Espíritu Emprendedor TES 2021, Vol 5, No. 1 enero a marzo 154-166
Artículo Científico
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ISSN 2602-8093
DOI: 10.33970/eetes.v5.n1.2021.238
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International (CC BY-NC 4.0) Revista Trimestral del Instituto Superior Universitario Espíritu Santo
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Las instituciones han debido preparar a docentes y estudiantes para que puedan
manejarse en los entornos virtuales con solvencia (Velazque, Valenzuela, & Murillo,
2020), y han tenido un fuerte trabajo para incorporar nuevas estrategias para promover
los aprendizajes en la nueva modalidad (Hernández, 2020), también han tenido que
atender situaciones afectivas que atraviesan los estudiantes (Villafuerte, Bello,
Pantaleón, & Bermello, 2020), además han debido atender sus propias dificultades por
el confinamiento, afectivas, sociales y económicas (Sánchez, et al., 2020).
La creatividad y adaptación han sido rápidas, desplegándose una serie de recursos
y métodos adaptados a las clases virtuales (Morata, 2020), las clases deben resultar
motivadoras para el estudiante (Cáceres, 2020), se le debe incentivar para que tenga
interés en buscar información, investigar y así reforzar sus aprendizajes, se le estimula a
tener una mayor autonomía, a organizar sus tiempos y procesos, es decir a ser
estratégicos para aprender, también debe favorecer la retroalimentación para reforzar los
aprendizajes (Torres, 2020). La clase debe evitar caer en la mera transferencia de
información y de ofrecer una educación despersonzalizada (Villafuerte, Bello,
Pantaleón, & Bermello, 2020), pues, la enseñanza virtual minimiza el trato entre
personas y el componente social (Torres, 2020), desarrollándose en soledad, sin diálogo,
sin un sentido crítico (Almazán, 2020). Esa falta de presencialidad está siendo
compensada con un aluvión de tareas y trabajos (Pavón, 2020), que añade una fuerte
carga a los propios problemas derivados del coronavirus (Sánchez, et al., 2020).
Sobre la evaluación, se indica que valorar con nota la presencia virtual perjudica a
los estudiantes que tienen dificultades de acceso (Cáceres, 2020), porque la
digitalización no se ha masificado (Almazán, 2020). Se debe asegurar el uso de
diferentes técnicas de evaluación, y estas deben valorar la adquisición de resultados de
aprendizaje, sin embargo, ante la falta de dominio en el manejo de recursos digitales, la
evaluación en la virtualidad trae incertidumbre tanto a los docentes como a los
estudiantes (García-Peñalvo, Corell, Abella-García, & Grande, 2020).
La modalidad virtual, es de gusto de los jóvenes, quienes tienen un mejor dominio
de las tecnologías, sin embargo, las usan para socializar, para el ocio, y en menor
medida usan internet y aplicaciones para la educación. En la práctica hay muchos
estudiantes que tienen dificultades de acceso a equipos (Cóndor-Herrera, 2020), y de
conexión a internet, por pertenecer a bajos niveles socio económicos (Velazque,
Valenzuela, & Murillo, 2020), tienen dificultades con la conectividad por vivir en zonas
con una baja velocidad de conexión o incluso sin señal de internet (CAF, 2020b), a esto
se suman las dificultades emocionales por el miedo al contagio de la enfermedad, al
duelo, o a la ansiedad por los efectos de la crisis económica (Rogero-García, 2020).
Ha sido un gran esfuerzo de universidades, docentes y estudiantes para que el
cambio a la modalidad virtual pueda salir adelante (Torrecillas, 2020), por su parte, los
docentes deben continuar adaptando sus metodologías y los recursos para que todos los