Espíritu Emprendedor TES 2017, Vol 1, No. 3 julio a septiembre 13-27
Artículo de Revisión Bibliográfica
DOI: https://doi.org/10.33970/eetes.v1.n3.2017.26
Indexada Latindex ISSN 2602-8093
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Revista Trimestral del Instituto Superior Tecnológico Espíritu Santo
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Desde la Pragmática y de la Teoría de los actos de habla, suele denominarse competencia
comunicativa aquella que se sitúa en la realización, en el momento en que el hablante concreto
utiliza el lenguaje como medio para conseguir diversos objetivos; en el lenguaje como actividad.
La competencia comunicativa es el conjunto de habilidades que posibilita la participación
apropiada en situaciones comunicativas específicas. Participar en una interacción comunicativa
es lograr lo que se quiere o se necesita y hacerlo dentro de lo socialmente aceptable. El proceso
comunicativo se ubica, primero, en el nivel intraindividual, la facultad humana de adquirir y usar
el lenguaje, se denomina competencia lingüística; el segundo, el nivel interindividual, resalta el
papel que juega la interacción social en la construcción de la competencia comunicativa.
Autores como Chomsky (1965) y McNeill (1966) manifiestan que los seres humanos están
genéticamente predispuestos para aprender la lengua oral y poseen un mecanismo de adquisición
del lenguaje que es activado por el contacto con hablantes de su lengua. Este mecanismo permite
dominar la lengua en un periodo corto, es algo así como un programa de acción que reduce el
margen de error y determina líneas particulares para acceder a este conocimiento, esto es el nivel
intraindividual.
Y… ¿El nivel interindividual? Al respecto Bruner (1986) manifiesta que el sujeto aprende a
interactuar al participar en interacciones comunicativas, es decir en la vida social. Significa que
el conocimiento sobre el que se pueden lograr propósitos de comunicación se construye en
presencia de eventos comunicativos, se participa en ellos y se va incrementando a medida que el
sujeto se desarrolla. La competencia comunicativa supone por parte del hablante, dotado de
ciertos roles sociales, una serie de saberes: “cuándo hablar, cuándo no, de qué hablar, con quién,
cómo, dónde, en qué forma”.
Hymes (1986) apunta a una competencia que sitúa la actividad del lenguaje en el seno mismo
de la comunicación, de la interacción comunicativa y de los parámetros contextuales. Afirma que
es el conocimiento subyacente general y la habilidad para el uso de la lengua que posee el
hablante-oyente. La competencia comunicativa presenta cuatro dimensiones: el grado en que