Espíritu Emprendedor TES 2025, Vol 9, No. 3 julio- septiembre 117-136
Artículo Científico
Indexada Latindex Catálogo 2.0
ISSN 2602-8093
DOI: 10.33970/eetes.v9.n3.2025.450
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International (CC BY-NC 4.0) Revista Trimestral del Instituto Superior Universitario Espíritu Santo
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Abreu vivió de niño la guerra contra Batista, tuvo un tío batistiano y su madre y familia eran
fidelistas, hablaban de la revolución, de las guerrillas y vivió rodeado de vecinos que perdieron
familia en la guerra, y de combatientes que contaban sus historias. Emocionado, recuerda el primer
día que vio a los rebeldes en un arroyo, cerca de la casa, lo llamaron y dos jóvenes le dijeron que
venían a buscarlo y en broma se reían. Eran años que, de acuerdo a sus vivencias, no era la historia
intelectualizada en un aula, sino lo que se podría llamar la realidad de la vida, al respecto afirma:
La historia parecía caminar por las calles, primero, vi a los rebeldes de en la guerra contra
Batista, y en mi barrio, una cuadra alrededor de mi casa, mataron a cuatro revolucionarios;
luego, Girón, Crisis de Octubre, el Escambray y la posibilidad de una invasión (Abreu Cardet,
comunicación personal, septiembre, 2024).
El historiador cursó sus estudios preuniversitarios en el Instituto Enrique José Varona de la
ciudad de Holguín, donde el profesor de historia Ramiro Pérez, que hacía muy real los contenidos
en sus clases, unido al contexto de este periodo de su formación, contribuyen a formar su vocación.
Era un ambiente, en que las transformaciones ocurridas como parte del desarrollo de la revolución,
está permeado de una fuerte carga ideológica y, lo heroico, se respiraba en la televisión, la radio y
el cine; se ofrecían películas y series sobre temas heroicos, y se realizaron diversas actividades en
conmemoración al centenario del 10 de octubre de 1968, fecha de inicio de las guerras de
independencia en Cuba.
En este universo de influencias para el joven Cardet, en aquellos años fueron importantes sus
visitas frecuentes a la Biblioteca Provincial, donde se nutrió de diversas fuentes bibliográficas
(desde Marco Polo hasta la revista "En Guardia"), sus preferidas eran las históricas. Allí entró en
contacto con historiadores locales como Totín Aguilera, García Benítez y Juan Albanés, sobre ellos
atesora pasajes de encuentros y conversaciones hablando de historia; estos hombres, con sus relatos,
influyeron en su pasión por esta ciencia, ellos fueron como él dijera, sus “senderos a la historia”.
En 1970, movido por estas experiencias formativas, decidió estudiar Licenciatura en Historia
en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona de La Habana, donde accedió a importantes
centros documentales como la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional, en los que tuvo la
posibilidad de encontrarse e intercambiar con los prestigiosos historiadores cubanos José Luciano
Franco y Fernando Portuondo, de su relación con ellos se incrementó su motivación por la Historia
y se reafirma su decisión de ser historiador. Rememorando algunos de estos encuentros refiere:
Recuerdo que en una ocasión en el archivo nacional ocupé una mesa y llegó un anciano, que
iba de mesa en mesa, y una empleada me dijo: usted está en la mesa de Franco, por favor se la